El Arlequín

IMAGINACIÓN ENFERMIZA.

 

 

Yo ya no sé; porque me siento como desbaratado, como polvo sin cuerpo, cuando sin pertenecernos imagino e intento inútilmente saber si será posible escribir un día nuestros nombres juntos, y entrelazados por una simple... y.

 

Y es que a veces creo que en el papel en donde se dibujó el árbol de la vida mía; también está enredado en la semejanza de la maldad, de la tentación, y del deseo de la serpiente (destino), pues cuando a tu cuerpo sin alma lo antepone a mis brazos y mis manos; este inmediatamente como agua se me escurre.

 

Y es que ante tu carácter de firmamento, de donde fluye una luz siempre prometedora, te me vuelves entusiasmo vivo. Y otras veces con tu silencio tenaz, o en tu indiferente prisa, ese entusiasmo hace a la vez que tu piel se haga irreal; y que pareciera que te me esfumas dentro del humo insano de tu propio cigarro.

 

Hubo un aquel día, que contando con la suerte de mis ojos; y con trémulas ansias, sentí el deseo de hacerte mía al contemplar los tuyos, navegando cual pequeño velero dentro un ancho mar de color negro, que se fue tornando poco a poco en espejo misterioso del color intenso de la noche de tu mirada. Pero al final buscando en vano una luz que me guiara, todo quedo en una simple encrucijada. Pues al haber robado tu atención por un poco tiempo, mi corazón quedo latiendo, y se fue apagando junto con tu cigarro, hasta terminar en misma naturaleza carbonizada.

 

Después de desprenderse de tu mirada, mis ojos se fueron vaciando, al igual que cuando el sol declina y se entrega para adivinar dentro de la oscuridad de la noche, y en tanto mis ciegos brazos solamente se quedaron extendidos implorando por las ardientes fragancias de tu intangible cuerpo, y mis manos, y mis manos... aquí apretando la fatalidad de tu ausencia.

 

Con urgencia impostergable regresa, pues el tiempo corre, levanta los ojos y desprende una mirada hacia mí, luego mueve tus silenciosos labios y lee, pues dentro de este poema solo faltan las letras del color más negro y llamativo, en donde tus para mí hasta ahora ajenas manos, tengan que escribir por fin, y aunque en mi fuerte imaginación enfermiza...

 

¿?¿?¿?¿?¿? y francisco.

 

Y será cuando me atreva a decir----:

 

Et je puis lorsque j\'ose le dire----: ce sont vos yeux noirs... qui ont fait ma perdition.