Aveces, quisiera acabar con mis propias manos
a los ladrones, para que todos podamos salir
por las calles sin temores, pero...
¿quien gobernaría las naciones?
Aveces, me duele que el hombre traicione
a su esposa, o que sea ella quien le brinda
su calor a otro, per concluyo que faltaría
desinfectante para semjantes heridas.
Aveces -creo yo- que las cosas no van
por el camino correcto, que amar no es eso,
sino un burladero a la soledad, y me refugio
en el cuerpo de mi compañera y le susurro
que la necesito, porque eso sí es verdad.
Aveces, cuando llueve oro por el sol
y cuando en su canícula estoy, desearía unas
cuantas gotas que aplaquen tal bochorno.
Aveces, y es constante, llego a las conclusión
que ni con todo el papel existente,
podría limpiale el culo al mundo.