En un rastro del tiempo,
con desfile de rostros cansados,
tu recuerdo se inserta,
este agitar de atardeceres,
cuando en la entrada de la noche,
tu mano se desgarra en la distancia,
y se aleja como la espuma del mar,
cuando en la arena de tus ojos me pierdo,
y somos bruma de un día cualquiera,
donde nadie nos piensa,
lo abstracto de la ausencia,
sin copas que vuelen a ti,
sujetado a las caricias que ya no existen,
pudiera ser locura,
ecos de la vida que se va,
aromas que me incitan en aquellos labios.