Han brotado cada una sin cesar, el aroma de tu cálida sangre recorre mis esfínteres y todo el sentido de mi olfato pide a gritos tu cuerpo, cada mal aliento del sudor de tu piel al rosar la membrana de mis brazos se convierten en bellos perfumes en donde me eh visto atrapada hasta ahora. No eh podido salir de esta inmutable pestilencia con forma de arcoíris, luces e impulsos eléctricos que mi retina observa, me dicen que se están extinguiendo...
Cada vez caen más deprisa y el dolor en el cerebro no cesa más que para comer, liberando tus besos, tus miradas. Cómo pedirle a la lluvia tu presencia, como pedirle que dejen de caer mientras la parte más pequeña de mi cerebro en realidad pide tu ausencia. Yo solo pido sucumbir de este mundo y regresar a la vida cuando el lagrimear de mis parpados cese de manera eterna.