Es el amor por los hijos
El más puro y abnegado,
Pues sufrimos sus caídas
Y lloramos sus fracasos;
Son sus lágrimas espadas
Que laceran nuestros pechos,
Son sus horas solitarias
En nosotros cruel infierno;
Moriríamos contentos
Si con ello los salvamos,
Y aceptamos como Job
Toda prueba sin dudarlo;
Nada nos llena de gozo
Como el ver que están jugando,
Desde que son muy pequeños
O cuando ya están casados;
Es cartera sin fronteras,
Si algún presente les damos;
Y es un tiempo sin horarios,
Para poder apoyarlos;
Y si algún día se marchan,
¡Cuánto duele un hijo ausente!
En soledad aceptamos
Que fue muy duro perderle;
Pero del caos resurge
Nueva luz para alentarnos,
Esos nietos que nos llenan
Con sus gracias, con sus pasos;
Es verdad irrefutable
Que entre hijos, padres y abuelos
Existe el amor más puro:
Más honesto y verdadero…