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Cautiva II

En la choza hay una alfombra, en el piso y mujeres muy jóvenes, tocando unos instrumentos suavemente. En la penumbra, hay un lecho, suntuoso con telas de variados colores.El me coloca un collar de conchas, son muy bellas y me muestra su familia, también, aparentemente, hay muchos niños y mujeres. Una me invita a otro lugar, a que me desnude y me da un baño, con pétalos de flores, se siente rico, con un jarro desliza delicadamente el agua, por mi rostro y espalda.Me siento muy contenta, es agradable y armonioso el trato, apacible. Lejos de lo que cualquiera, incluyéndome, al que se recibe en la ciudad. Es que tenemos una imagen de rudeza, que es muy opuesta a la que me otorgan.

Quizás sea la primera vez, que me siento, tan honrada, con tantas alabanzas y no soy presa, dentro de una cacerola, con verduras donde me harían a fuego lento. No, todo lo contrario, el hombre de cabellos oscuros, tambíen tiene una mirada penetrante y su físico está practicamente al descubierto, puedo ver como se transparentan sus venas, que corre la misma sangre, que la mía. Esta parece acelerarse.Recuerdo como en un punto ciego, a mi amado, el nunca me dio este trato, tan simple y dulce.Hasta me cuesta pensar, que hasta hace un par de noches, era quien me daba fuerza interior. De pronto, en este ambiente tan diferente, me siento, una más de ellos y me reconforta que me haya elegido, con quien compartir, una noche y quien diga que me guste tanto, y quede aquí...lejos de la ciudad, de su gente y de su bullicio, llevando una vida que honra a la naturaleza