Tengo un amor atorado, en suspiro convertido,
Lo llevo siempre escondido en un recinto secreto;
Lo cubro con tenue velo, oculto al hombre indiscreto,
Que le vaya a hacer mal de ojo por un afán reprimido;
Mi amor es frágil y ligero, es para mí ese latido,
Que brota cual manantial de mi monte predilecto;
Un amor sublime, excelso, que considero perfecto,
Hecho de aquellos detalles que no los dicta el sentido;
Es ese amor que enloquece: ese instante, ese momento
El fuego que Prometeo nos dio y lo robó del cielo,
Es ese aliento sagrado, ese sutil sentimiento,
Que nos provoca la dicha de realizar nuestro anhelo.
A este celeste placer, a este noble pensamiento
Dedico mi poesía, convertida en un soneto...