Vueltas y vueltas di en mi cama hasta cansarme.
Volverme a dormir parecía misión imposible.
Me puse mis pantuflas y me encamine a la sala.
Me senté en mi silla con vista al gran ventanal
y sentí como mi mente se desbordaba de tanta belleza que mis ojos miraban.
Afuera todo se encontraba en silencio.
El sol no había despertado aun
y en el aire el aroma de la tierra mojada.
Cogí papel y lápiz con la intención de escribir,
pero mi mano no logro ni siquiera hacer un trazo
en el blanco papel.
No era la primera vez que me pasaba,
sentí mucha rabia.
Tantas cosas quise decir y no me salió nada.
Me di una ducha
y mientras que el agua corría sobre mi cuerpo
las palabras fluyeron como una cascada!
Ni papel, ni lápiz en mano.
Lo único que me quedaba era confiar en mi memoria.
Por supuesto
que me acorde de lo más insignificante
y en ese momento decidí dejarlo todo.
No entiendo.
Porque con tanto por decir, por contar y compartir,
mi alma esta callada?
Que absurdo…
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