Soneto duplex, alejandrino:
I
Gozo la madrugada que a mi vida ilumina,
juguetona, una estrella saluda alegremente,
regalada arrastra a otras, perezosa... de repente
para decir adioses, a todas aglutina.
Voy tomando ya la caminata matutina
para espiar el nacimiento ¡OH sol resplandeciente!
alumbrando mi vereda un rayo sur-oriente
que con placer envía regocijo y... me fascina.
En el nemoroso, un ruiseñor inicia el coro,
allá en el horizonte oigo lejano maullido
y a mi derecha el trino del gorrión que enamora.
Se pierde el otilar entre las espigas de oro,
orondas las montañas en el prado mullido
con musgo perfumado, levantes de la aurora .
Rafael Mérida Cruz-Lascano