Desperté lleno de ceniza en la sien, en las manos, en las paredes
del cuarto... y no sentí el calor de la quema.
Cual si polvo fuera, a mi pié se levantó para llegarme
a los poros, para llenarme de sí y su sabor.
Intenté asear y más salía -caspa del mundo-, me
sacudí, me bañé, me raspé hasta la cara para
arrancarme de la piel todo lo que no tenía, más...
parecía multiplicarse, agrandarse inflada por mi rabia.
Mientras intento más quitarla de mí, más se adhiere,
ya estoy gris de su tacto.
Despreté lleno de ausencia en los zapatos que guardo
bajo la cama y no te poseen, que ya no cargan
tu peso, que olvidaron tu caminar.
!Como yo! que quise calcinar tu presencia con otro ser
que no tiene nada tuyo y amanecí lleno de recuerdos
que colman todo en mí y que quise limpiar
con lo que encontré al alcance pero se agigantaron
pidiendo cordura y barrí con todo para tragarmelo
a borbotones, porque no puedo calcinar tu ausencia.