Porque si me tocas
mi desnudez será absoluta,
y la piel se romperá
y mis ojos y mis labios escaparán
a por un beso,
que en tus besos se diluirá,
que guardarás con tus manos
sobre tu vientre,
como esa ávida bruma que es a veces
la melancolía
cuando respiras suave,
cuando en las calles arboladas te sientes
limpia, imperfecta y pura,
cuando viajas en cada espera,
ignorante de tu cuerpo y de tu corazón,
porque si me miras,
mi cabello se tornará esencia de mis sueños,
y el amor mío un desierto por todas esas
palabras que no puedo expresar cuando me amas,
y me parecerá extraño el aire entre tú y yo,
como un carácter de tormenta ante los espejos.
A veces me siento descubierto
por tu voz, y resbalo en desorden por donde
apenas te encuentro,
y me pierdo en los ruidos de mi silencio,
y me entrego al rumor de la marea,
a ese vuelo rasante de rasgos al sol ante la brisa,
a esa caricia bajo los pequeños trigos,
a ese alma que es grito abierto mirando al vacío,
y tú sonriente,
y yo transparente,
y en mis brazos mil colores, de tu nombre y de mi nombre,
porque amar al amor es crecer,
es encontrar en tu rostro el cambio de lo eterno,
es el tiempo que la mirada vuelve amor a un suspiro,
es el secreto de dar como se da una piedra
o un calzado viejo,
porque necesito contemplarte y sentirme pasajero,
desarmado por el mundo,
porque el poeta no es poeta sin tus pájaros,
sin que me invites de vez en cuando al encuentro con mí mismo.
Para mirarme a mí, cuelgo en mis paredes cuatro nubes,
cuatro mariposas y cuatro hojas que el otoño ha olvidado,
una por cada miedo,
por cada lágrima,
por cada tiempo de congoja sin horizonte,
porque quiero aprender a amarte y sueltas mis manos,
y libre mi razón,
y sensibles mis dedos hacia tu cuerpo,
hacia toda vos, gota a gota.
T de S
MRGC