Atravieso el portal,humedecido por los labios más amargos que he probado,los labios de la muerte reencarnados en los tuyos que me destrozan la pieza de alma que aún conservo.
Recorro cada poro de un cuerpo inexistente sangrando en el rostro de una lágrima que profetiza la caída inevitable del fauno que me habita.Tengo de aliado al tiempo que escupe flechas a la diana de mi pecho,incorruptible,no le sirven mis órganos sexuales,lo soborno solo con la edad que hace cada hueso más débil por la enfermedad del amor decapitado.
Atravieso el portal y del otro lado de la moneda oxidada hay un cráneo abierto procedente de Sodoma,una mujer fornicando a la altura de la luna,una mujer sin párpados,de una sádica sonrisa mordida entre sus dientes de negras carnes,es un profundo valle donde moran los muertos que el agujero de gusano atrajo,la fuerza de gravedad que me aleja cada vez más de un futuro de cielos apagados,de relojes marcando el retroceso de la vida.
Voy traspasando la tímida puerta que me separa de mis días suicidados,olvidados en las sepulturas que les tienden las noches hambrientas,ya estoy viajando hacia la nada,solo yo me acompaño,atravieso el portal y me espera una bala de acero lista para hacer metástasis y devorar los escasos versos que me quedan...