Hija del Sol

PADRE, BAJO TU LUZ NOS HEMOS AMADO


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Padre, hoy como siempre, vengo a confesarme,

en nombre del amor, de tu más grande amor, he actuado,

a un hombre en sus brazos hube de entregarme

y bajo tu luz desde entonces, siempre le he amado.

 

Padre, es un amor de esos que llaman prohibido,

que preferimos vivirlo a la luz de la sombra,

un amor que siempre nos mantiene encendidos

y del que a muchos siempre les asombra.

 

Él es un hombre, sí, así es su naturaleza

y yo, la mujer que embriaga sus sentidos,

eso siempre me lo ha dicho con toda certeza

y desde su luz bendita así le he creído.

 

A él y a mí nos atrapó una tarde de abril,

de esas tantas que juntos compartíamos,

preparando las fiestas siempre para ti

y sin saberlo ya desde antes nos pertenecíamos.

 

Padre, la piel siente aunque ella esté cubierta,

así le abriguen lienzos de esos que son benditos;

el alma siente y vive, dormida y despierta

y, el amor y el pecado suelen verse como delitos.

 

Nuestros brazos no sólo para el rezo estuvieron unidos,

nuestras miradas de otoño se amaron y se besaron,

nuestros labios… ¡ay! labios húmedos que embriagaron los sentidos…

fue un amor que nació cuando nuestras almas se cruzaron.

 

Padre, es un amor que no deseamos soltar

porque nos agita y nos “hace vivir”

bajo tu propia luz nos permitimos amar

y ante la luz del hombre no se ha de permitir.

 

Un amor que lo señalan como una aventura

y nadie mira su propia vida antes de algo decir,

cierto que se ama desde una mágica locura,

que sólo los atrevidos nos permitimos vivir.

 

Pero ya es tarde Padre, abrigué a uno de tus hijos,

él, guía tu rebaño y en tu nombre nos libra del pecado

sí, el que te ama y “Amén”  a mi amor de mujer dijo,

el hombre, quien me bendijo, bajo tu luz nos hemos amado.

 

Lisbeth Camargo

Venezuela

Reservado los Derechos de Autor.

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