No es más sabroso el manjar
que está confeccionado con costosas viandas,
sino aquel que se hace con esmero
para deleite del rico y del obrero.
Sencillos platos con amor adornados
no sólo alimentan, también son un primor
para la familia y los invitados selectos
Los manjares más apetitosos
los he servido en humildes mesas,
hechos por mujeres
con exiguos estipendios
y redoblados trabajos,
mas ellas con amor,
de suculentos manjares
las mesas han colmado.
A pesar de las carencias y falta de agasajos,
-ya que nadie les agradecía el sufrido trabajo-,
entre fogones, con dignidad cocinaban pucheros
para que en sus hogares cada día no faltasen
apetitosos alimentos para sus esposos y vástagos.
En las fiestas de guardar
no faltaban sabrosos manjares,
que como decía mi madre:
Se elaboran con cariño, paciencia e imaginación,
¡Que ahí es na!
Lo mismo que para que dure el amor.
Mi experiencia, esto me dice:
No hemos de confundir la sencillez con la tristeza.
El ser humilde con la falta de nobleza.
Se puede ser humilde de corazón,
humilde por carencias,
y eso no quita dignidad ni falta de grandeza,
razón por la que a pesar de todo
se puede disfrutar de la vida
y de la gratificante mesa.
Gracias hemos de dar a nuestras madres y abuelas,
pues ellas nos han enseñado
a resolver los problemas
en la abundancia y en las carencias.
Para eso solo hemos de aprender de ellas:
sazonar nuestras carencias
con amor, trabajo, imaginación y paciencia
y haremos de nuestra humildad
la mejor de las experiencias.
¡VIVAN LAS MADRES QUE NOS ENSEÑARON
Y LAS QUE LAS ENSEÑARON A ELLAS!
Autora: Escapitina- Luisa Lestón Celorio
Registrado: Tomo. BAZAR DE SENTIMINENTOS.