Me encaminé hacia unos árboles que podían observarse en el horizonte. Me asombraba la facilidad con la que me desplazaba. Me di cuenta que con sólo desear estar entre aquellos, algo me empujaba y me trasladaba al instante. Jugué un rato, con el aparente poder adquirido. Después de un tiempo, comencé a recolectar algunas ramas que se hallaban en la tierra. Mientras lo hacía, analicé mi comportamiento en aquel momento. Era pavorosa la manera en la que aceptaba lo que tenía frente a mis ojos, el estar en aquel lugar, como si fuera lo más natural del mundo. Parecí haber invocado las palabras claves: “el mundo”. Me cuestioné, si realmente me encontraba en el planeta Tierra, o dónde podría situarme. Inmediatamente, algo me arrojó hacia el suelo. Mi cuerpo, supo, que debía comportarse como un jaguar. Empecé a caminar al igual que aquel animal, como si hubiese sido la única manera en la que había andado toda mi vida. Me entregué completamente, hacia ese sentimiento, de ser aquel felino. De repente, ya no tenía la sensación del “yo” habitual, sino que me percibía radicalmente, como un jaguar, con todo lo que ello implicaba. Noté que todo era diferente a la visión. Supe, que la idea de mí misma, estaba perdiendo fuerza, y que era por eso que podía intentar ser lo que quería. Sentí, con todo mi cuerpo, que algo colosal estaba cambiando en mí. Si en ese momento decidía saber todo acerca de lo sucedido, podía acceder a ese conocimiento directamente. Pero el miedo me frenó. Intuí la magnitud del saber que me aguardaba. Si el “yo” podía mutar a mi parecer. ¿Qué había detrás de todas las apariencias? Mi organismo se convulsionó. Cuando tomé consciencia, me encontraba sentada en una roca, calentando mis manos en el fuego, junto a Matías, que me observaba discretamente, con una gran sonrisa. Su mirada reflejaba aprobación. Como era de saberse, yo era nuevamente Maktub. De modo que, acepté todo tal cual como se presentó, sin cuestionar nada. Había comprendido, tras todas mis experiencias con Hurux, que esa era la mejor forma de disipar la obsesión y no perder la cordura.
– Todo esto que les explico, lo hago desde mi mente lineal. Después de todo, no hay forma de explicar lo que realmente sucedió, ni cómo supe todo lo que supe. En este momento, estoy uniendo mi memoria física, con lo que “experimenté”, más allá de este punto. El verdadero conocimiento, no tiene forma de explicarse, pero uno puede hacerlo ver, asimilándolo a algo que sea del mundo de todos los días. En este caso: un jaguar. –