En mis momentos más íntimos,
te pienso,
pues pensarte es mi alimento.
Porque aprendí a amar contigo,
a sentir de otra manera,
a creer y a perdonar.
Divagando por las calles y
en la Iglesia en oración,
te pienso.
Porque si no te pensara,
moriría de sed mi alma
en agonía infinita,
esperando tu regreso.