Ya no importa si al final de la jornada quedaste solo y en cuclillas,
o que las historias te han hecho el ser más despreciable y sin sentimientos.
Tú cumpliste en arruinarte y hacerte tu propia novela, cuyas primeras
letras te hicieron la tradición más prometedora:
“Desde el punto de partida, como capitán de la derrota, eres el heredero próximo
del mundo incomprendido…”
Tú reclamaste los libros, tú y solo tú desgarraste tu cuerpo en emociones insoportables.
Te saliste de la fantasía y viste solo tramas predecibles,
-Aparentes Enredaderas u orbes de plastilina-.
Anotaste tu noche de muerte -tu epílogo-
desde el primer momento que entro la luz a tus pupilas:
“…entre figuras oscuras y nieblas rotas, yace algo menos que un nombre,
una triste figura, camuflada en el mundo del que quiso escapar”.