No eres más que una de las probables imágenes de mi constancia. Precisamente porque su inconsistencia elimina todo resto de responsabilidad. Y sin embargo, nuestros cadáveres siguen esforzándose en arrancarse una vida que hace ya mucho dejó de jugar al escondite.
La superstición fue la primera que nos enseñó a ser malditos. En cambio, los prejuicios sólo recortaron con nuestra silueta la sombra bajo la que solíamos cobijarnos de la realidad, de tal manera que en nuestro código binario las señales no es raro que también estén representadas por ceros