Yo no soy la cima, ni allá estoy,
tampoco la medalla de oro de la competencia.
Yo no soy un potentado, ni allá quiero llegar,
tampoco la meta que debas cruzar.
Yo no soy un erudito, ni me jacto de serlo,
tampoco la jaula que te va a a prisionar.
Yo no soy necesario como el agua, de otro material
estoy hecho, para enseñarte a flotar.
Yo no soy el aire sin el que te has de asfixiar,
pero puedo ser el aliento que te hará elevar.
Yo no tengo la blancura de la luna en mi proceder,
pero he de inventar cuanto necesites para amar.
Yo no soy el mejor, ni el AS bajo la manga,
pero de seguro conmigo ganarás la alegría.
Yo no soy el norte a puerto bueno, pero soy
bueno sin estar en el mar de tempestades.
Yo no soy el faro que te vaya a guiar, pero sí
el hombre que te pueda a compañar por la vida,
y para ello te doy como fruto maduro el dulce
canto de mi mar en calma, el respeto que
toda mujer se merece.
Y soy, eso sí, sencillamente, quien te quiere
a rabiar y quien por ti bajaría la ilusión
del racimo de los sueños para vivir juntos
entre nidos de besos, tu boca y la mía,
en busca del color.