No es hora de que te estés durmiendo sobre mi pecho erguido por el furor de tu calor;
No es hora de que me beba el viento cuando tu lengua tiene agua y mi boca está sedienta bajo el sol;
No es hora de que te me levantes encima y te rindas aferrado, como al encierro de un caparazón;
No es hora de besos quietos,
Es hora de mojarnos, de hacer el amor.
Shalom Ferrin