\"Se enamoró un día cualquiera
cuando por su lado pasó una sombra
que le sonreía a su manera.
No faltó nada más
para que él se confundiera,
y todas las tardes por su vereda
ella se cruzaba.
Hasta que un día
algo se vio diferente,
de la mano la vio
caminando frente a frente.
Él no lo podía creer,
más así lo quería entender;
de su lado se perdió
con una sonrisa hiriente.
Lejos de ser su dueño
no se explicaba
porqué ella se paseaba con él,
y fue su corazón el que se partió
cuando ella sabía que su lugar
estaba allí, ahí, junto a él.\"
Félix Piñones. ©