Apenas tenía entre 5 ó 6 años y ya conocia varios tipos de monedas mexicanas, propias de nuestro país, las de cobre, las de plata, las de niquel y otros metales como hierro. Estas monedas ya no circulaban en el mercado, principalmente las de cobre. Recuerdo que me gustaba jugar con carritos, mismos que llenaba de monedas y pasaba horas jugando, finalmente me aburria y las deja tiradas por doquier, mis hermanos más pequños que yo hacian lo mismo. Mi madre siempre decia que guardaramos las cosas, pero un amiguito llamado José Cantinca, el otro apellido no lo recuerdo, este amiguito tenía mucho más monedas en su casa, un día las juntamos todas y nos entretenimos mucho. Algunas de esas monedas quedaron tiradas debajo de un gran árbol, que con el tiempo las tapo. Mi amiguito José, guardaba sus monedas en un gran agujero, decía que ya no servian, según esto se lo había dicho su abuelo Anastacio,- le dijo que esas monedas las habian hecho los gobernates de México en varios ocasiones. Con el tiempo se devaluaron y simplemente ya no circulaban y no tenían ningún valor. Ahora, esas monedas ya no estan, las hemos perdidos debajo del árbol. Por cierto, el árbol de tejocote tiene más de cien años, mi padre de casí 80 años no platica que ese árbol estaba antes que él. Ahora ese árbol se ha secado, pero ha dejado una herencia, han nacido varios arboles de Tejocote a su alrededor. Mi padre ha dicho, antes que se tire el Tejocote quiero sembrar uno más. Hemos escarbado, mi hija Ariana y yo, hemos sembrado dos árboles. Cuando escarbé debajo del arbol recordé y le platiqué a mi padre lo que habia hecho con las monedas de cobre, y él me dijó- ¿y dónde estan esas monedas?, le respondí, se quedarón tiradas aquí, pero las monedas de José las guardó en un agujero, mi padre se rió y yo también.