Aquél que sabe bien de las nubes, de su vaivén incesante. Ese tío las necesita. Que tanto sol al final quema. Quema incluso la piel. Y las hace suyas. Hasta a las más gritonas. Porque las nubes, si deciden quedarse en tu cabeza, tarde o temprano serán lluvia. Y creo que ama la lluvia, que sale como un loco del portal a empaparse. Es una criatura sedienta. Guarda un cielo terrenal. Admirable. Me encantaría conocerle.