Hugo Emilio Ocanto

Una vez más, me devuelves a la vida (Poema)Grabado

Hace un tiempo no muy lejano,

me dijiste que me amabas con locura,

y que todo lo que pudieras hacer por mi bien, lo harías.

Fue hace ya más de dos años.

Nuestra relación sentimental no estaba muy segura.

Por distintos motivos, nos observábamos y nos criticábamos.

Muchas veces las observaciones y las críticas no eran justas.

Ambos sentíamos que al hacerlos, nos destruíamos interiormente.

No era justo. Fue una difícil etapa que es preferible no recordar.

En la vida de las parejas existen momentos buenos y no tantos.

Por distintas formas de pensar, platicábamos

y terminábamos discutiendo... y varias veces hemos estado

un par de días sin dirigirnos la palabra.

No hacíamos una vida monótona.

Siempre le dábamos un matiz muy especial.

Nuestras conversaciones, aceptadas por ambos

en muchas oportunidades, y las no...

para variar, aunque en realidad existían

más asiduamente las no... bancadas, aceptadas.

Peleas y discusiones de pareja,

sabiendo ambos que existiendo,

nos queríamos y a veces... nos amábamos, apasionadamente...

a veces... eran suficientes para saber

que nos pertenecíamos, siempre...

a pesar de nuestras peleítas diarias.

Hace más de un año, tuve un grave accidente automovilístico.

Estuve a punto de perder la vida.

Los profesionales que me atendieron,

rumoreaban en un principio que no tendría salvación.

Tú desde ese momento, cuidaste de mí sin descanso,

día y noche estabas al lado mío,

otorgándome todo lo que necesitaba.

Te veía trabajar denodadamente,

amorosamente...

algunas veces te hacía observaciones,

diciéndote que dejaras ese trabajo para

alguien que me cuidara... tú no lo aceptabas...

mis piernas estaban paralizadas,

y tenía que trasladarme de un lugar a otro

en sillón de ruedas.

Todo lo hacías por mí.

No aceptaste otra persona lo hiciera.

Sólo permitías la presencia de los médicos,

y de vez en cuando alguna enfermera

para hacerme algunas curaciones

que correspondían a una profesional.

Fui mejorando lentamente,

tú me infundías fortaleza,

y yo la llevaba a cabo.

Estuve un tiempo caminando con  muletas,

con andador... y tú siempre acompañándome.

Esa fue la gran señal de amor que sentías por mí.

Y yo te retribuía con mi alma enamorada,

hacia quien tanta atención me dispensaba.

Lentamente, volví a la vida, gracias en parte a ti.

Esa fue la primera vez.

La segunda fue cuando una noche

fuiste a una reunión familiar.

No estaba en condiciones  anímicas de ir...

y no lo hice.

Era muy avanzada la hora del nuevo día.

Estaba yo esperándote leyendo.

Me dieron ganas de hacer un café.

Lo preparé, me acosté...

tenía bastante sueño, debido a la hora...

cuando llegaste tú, durmiendo, habían aspirado

mis pulmones una gran cantidad de gas.

Quedó un quemador de la cocina encendido,

sin haberme dado cuenta.

Desesperada ante el acontecimiento,

me hiciste respiración artificial.

Te diste cuenta al llegar,

que la casa estaba inundada de aroma a gas.

Tu reacción fue espontánea.

Abriste todas las aberturas de la casa,

me hiciste la respiración mencionada.

Llamaste al médico,

y hoy tengo la suerte de contarlo.

Una vez más, me habías devuelto la vida.

De algo estoy totalmente seguro,

me amaste, me salvaste de la muerte...

Y hoy hemos llegado a la conclusión

que para qué reñir y discutir tanto en la vida...

si peor es no tenerla.

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 14/08/2013)