Mi mente salta abruptamente de trinchera en trinchera. Repleta de vicisitudes, de horrores e incluso de una ramificación de sendas, donde no sé cuál sea la mejor opción.
Puedo morir en el intento, y que alguna bala mordaz de la ametralladora llamada \"sociedad \" termine por completar el ciclo inevitable.
Miro el cielo y me parece inasequible, veo el suelo y me parece terrible. Postro la mirada al horizonte y mis ojos se llenan de lágrimas, pues no sabré si algún día pueda llegar más allá donde el sol descansa.
Es fácil escribir en estos momentos, desahogar mis pensamientos en lugar de retenerlos en aquello que yo amaba; mi razón.
¿Qué ha de ser de mi cuerpo sin una razón que guíe mi comportamiento?
He buscado por todos lados, pero los dogmas, las personas, la misma subjetividad no dejan espacio a mi libre pensamiento. Pensé que era prudente, dejar la razón por un instante. No obstante, la necesito más que nunca. Rodeado de falsedad, de verosimilidad aunado con personas dogmáticas, que al fin de cuentas buscan su propio bienestar.
¿Qué te puedo decir de mi destino? Es tan incierto por más que tenga el portento de alzarlo cual bandera victoriosa. No puedo renunciar a mis sueños, pero tampoco puedo ser dueño absoluto de ellos. ¿Que será de mi pobre cuerpo, sino puedo encontrar mi razón a tiempo?
Entre el lodo del eclectisismo social, tendré que escudriñar dentro de mi corazón, tal vez, la emoción secuestró mi razón y me impide encontrar lo que yo mismo subconcientemente escondí, para sobrevivir en tan cruel realidad.
¿Donde quedó tu razón?
BLACK LYON.
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