Por la niña de cabellos de oro
mis días contrastan la luz de su mirada
visible y tan distante como la primera estrella
belleza ajena de inalcanzable placer
Tu amor casi de novela,
tu risa tal vez de archivo
Caminas como en escena de grandes huidas
me miras, me huyes y no te das vuelta
Serviste solo para mis deseos
desataste mis manos a la letra,
hasta forzaste mi pensamiento
para el verso, para el recuerdo
Y que llegue el verso como el alma al cuerpo
llene el vacío que deja tu ausencia
cubra el olvido de tu frágil silueta
me lleve hasta donde no me alcance tu recuerdo
Refugiado en lo alto de mi inconsciencia
fugitivo de un pensamiento en pena
me escapo más que de ti, de mi mismo
huyo por ti, hacia mí mismo.
Kiko Bravo