Entre nosotros crece la
piel, nos mueven las caricias
que imaginamos,
nuestras manos son el tiempo,
que si los ojos, que si los labios,
que si el deseo de tu cuerpo,
que si el preciso instante en que
me abrazas y me dices TE AMO,
tú y yo somos una flor que de golpe se abre.
Y me dejo navegar por tu sonrisa,
por ese invento incierto cuando te pienso,
y te veo amarrada al puerto de repetir nuestra historia,
y me provoca ser la voz que te escribe,
como un peregrino errante que te mira,
y me desvisto lentamente, y siento que tu desvestir me obliga,
porque en mi viento sé que existes,
como el aire tenue e indeciso de una primera canción.
Entre nosotros una lágrima suave nace sin querer,
un grito que maquilla las paredes de colores,
una palabra insomne que nos nombra,
como la piel que se derrama,
como el espacio que deja espacio a la noche,
y de pronto el azar que nada tiene que hacer,
te hace mía, me vuelve tuyo,
como una voluntad que se rompe ardiente, alegre y viva,
y me inspira el deseo de perseguir a las aves,
y entro en su vuelo,
y me detengo en su centro esperando los precisos
pasos de sus alas,
¡otros son los sueños cuando es larga la travesía!,
¡otra la realidad cuando somos dos, la poesía!,
tú, la poesía en la que crezco, de la que broto, en la que bebo,
tú, ese inmenso súbito que me hace buscarte,
yo, arraigado en nubes moradas
mientras las lámparas ríen,
mientras la brisa abraza mis ventanas,
porque entre nosotros una complicidad,
sin asomarse,
sin esperar,
sin decidirse,
tan sólo una quietud,
un breve aliento del amor al amar.
T de S
MRGC