Devanaba las horas
minuto a minuto.
Su entramado interior era un pullóver
en el verano intenso de su angustia.
Dos agujas en su haber calaron hondo
y mustia ya
su voluntad, como un crochet, vivía lenta.
Ella, no supo hilvanar las mañanitas
y fué, en rigor,
la cruda noche
quien cobijó el amor
que no alcanzó a tejer
pero que ansiaba...