Es un poema para la mujer rebelde,
la del pelo rizado, desigual y sin orden,
aunque sus manos lo hayan intentado.
La que se mueve como si el tiempo se agotara
mostrando la velocidad en sus ojos
como las luces del trafico de la ciudad
en una noche de fiesta de verano
y todos fueran a una cita de amor
bajo una cascada de fuegos artificiales.
Musa del viento y de las olas del mar
que los mueve a su antojo, y, agradecidos,
se dirigen en lo que parece un caos infinito,
pero es un coreografía de pensamientos
creados por una sonrisa difícil de atrapar.
Princesa de luz y rayos de tormenta,
no hay barrera que la pueda contener,
una fuerza poderosa en un cuerpo frágil
escondida tras cabellos bien peinados,
alisados con peine de plata y fuego
con la fuerza de un sol de amanecer.
FÉLIX MORENO