Arcadio

sin nombre.

Hoy decido que mi vida sin examen no la viviré,

y aunque haya un claro examen que jamás superaré

hasta que de éste, su irrefragable llegada no se dé

                                                                          yo viviré

con el beneplácito del Dios que me vio nacer.

Y es que el placer de vivir

se encuentra en construir

sobre cada obstáculo

la base para alcanzar el pináculo.

Sólo tienes una obligación.

Y es que durante el intermedio,

¡y por qué no después!

deben florecer

tú, y lo que esté en tus predios.