MAS BONITA QUE UN AMANECER.
Cada tarde en el ocaso, me sentaba frente al mar buscando con la mirada el sol en su caminar. Describía un arco mágico y con la lentitud de quien se sabe bello, iba apagando sus luces e iba anocheciendo el cielo. En mi mente me rondabas, mis pensamientos robabas y mi alma encadenabas con sus últimos destellos.
Era como una cita cada atardecer de los días, momentos de melancolía, de recuerdos en soledad.
Había tardes que conseguías arrancarme algún llanto, otras te sonreía esperando algún milagro, e incluso, por qué no decirlo, alguna que otra de ellas, le hablaba a las estrellas para que cualquiera de ellas te hicieran recordar mi nombre, aunque sólo soy un hombre y tú una Diosa doncella, una Princesa de cuento, un torbellino en mi vida, una aguja perdida en el pajar de los tiempos.
Me dormía intentando soñarte, me revolvía en mi lecho hasta que el Dios Morfeo daba tregua a los desvelos, daba cobijo en su reino a este corazón sediento.
Tras esas horas de tiniebla y como un resorte en mi cuerpo, abriendo los ojos a juego, me levantaba presto, sentándome de nuevo frente al inmenso horizonte, deseaba con anhelo verlo aparecer, y casi sin dudarlo, sin titubear siquiera, acudía presto a la cita, despuntaba con acierto, se abría paso seguro entre las nubes del cielo, iluminaba mi cara dándome los buenos días.
Todo aquello, ya nadie me lo quita, forma parte de mi ser; Fueron aquellos días los que me hicieron entender que guapas hay las que quieras pero ninguna como tú que eres MÁS BONITA QUE UN AMANECER.
Autor.- Rafael Rivas.
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