Espera, detengámonos aquí.
está sola la banca, aquélla,
en la que te conocí;
cuando creí mirar en ti,
la ruta de mi estrella.
Aquella vez. . . ¿Recuerdas?
era una tarde hermosa
vestida de colores
y un cielo que empezaba
a cubrirse de arrebol;
y sé que en ése instante
de lípidos fulgores
brindó la naturaleza,
un concierto para dos.
¡Qué días tan dichosos
después de aquella tarde!
¡Qué infinidad de antojos
tuvimos que saciar!
. . . los dos besándonos mucho,
los dos amándonos más.
Pero. . . no hagas caso,
hablando estoy de algo
que nunca volverá,
pues hoy llega al ocaso
mi sueño de poeta. . .
Ya tengo que marcharme,
. . . ya sé que tú te vas,
hagamos, pues, mi ya no amado,
lo que aquella vez,
brindemos con copas invisibles
por éste amor que ya tuvimos
y nos llevó por senderos increíbles;
digamos adiós sin maldecirnos,
que quien amó y fue amada
con ansia indescriptible,
jamás podrá decirse
que todo, que todo, ha sido en vano.
NM de la Rosa
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