El viento mueve la cortina
por momentos parece una caricia,
luego un beso apasionado
llevando al extremo mi pesquisa.
Ella entra y sale por la ventana enloquecida
y después queda quieta, paralizada, satisfecha.
Silencio, ni el ruido de la calle la despierta.
Suspira largo y tendido.
Dos veces seguidas interrumpidas por un segundo.
¿Quién lo hubiera creído?
Tan blanca, tan suave con sus decorados y tejidos…
La cortina tiene vida, el viento me lo confirma.