Isaac Amenemope

Soliloquio del mendigo

Y que haré ahora que olvide traer mi chuletario de poesía herrumbrosa, que hare con todo este amor que renace, que me enseña a comenzar otra vez desde cero… aquí está la jeringa con la que pincho mi cabeza para dejar de creer por un ratito que definitivamente estoy muerto, q2ue existes,  o brindarme una jornada de locura, después de disfrazarme con los arapos de los viejos, para recorrer las calles, y dormir bajo un banco en el suelo; uno y dos son tres, los pensamientos que quisiera, y no puedo esconder, ,dos y tres son cinco, ahora estoy en paz, pero soy mendigo. Cinco y cuatro son nueve, siento de los pies a la cabeza la energía que me mueve.

Siempre a punto de esta manera de encontrarme así con mis divinas manos libres de trabajo, sucias de tanto repartir poemas, extasiadas de sacrificar cosas, curtidas de superficial soltura. Ya no necesito taparme los ojos para no ver, mi suerte ha sido hallarte sin haberte buscado, mi muerte es haberte hallado, amarte y no poder estar contigo.