Despierto,
y me amodorro
en sus mejillas,
me adormezco
en el mordisco de su belfo.
Despierto,
y me encamo en el ardor de su ingle,
pernocto en el velo de su pestaña.
Despierto,
y me tiendo
sobre el jugo de su ánima,
yazco en su mera fragancia.
Despierto y me echo.
Despierto y me tumbo.
Despierto y me enrosco
en mi misma tendida.
Despierto y sólo ensueño.