Ardiente sol que iluminas el camino,
de tezontle roja piedra, caliza y lodo,
que quemas las espaldas de tus devotos hijos,
que de blancas humildes vestiduras y de sandalias de maguey
se abren paso entre el tumulto,
de atavíos de turquesa y madera sus rostros están,
y atadas al tobillo pequeñas lindas conchas sonar.
Caminar entre personas gritando, ofreciendo e intercambiando
ya que en el tianquiztli el alimento es de variedad,
aromas de incienso,copal y hierbas, aroma a creencia, religión y cultura... Esa es la vida del pueblo de la tuna.
Caracolas que empiezan a sonar,
señal de un nuevo rostro en el tzompantli,
señal de un sol que muere sediento... señal del inquieto cuchillo de obsidiana por destazar.
Ante ti dios ardiente, el pequeño rojizo y latente corazón,
ante ti dios ardiente que pide clemencia un hijo combatiente.