Queridísima hija,
que arrastras tu pasado
cual losa sepulcral.
He de decirte que,
para tu joven edad,
si no alivias tu carga,
al fondo te hundirás.
Dile a tu nuevo amor
que tienes miedo,
que deseosa estás de verlo,
que nos sabes de su sentimiento,
pero ¡Cuán feliz sería el encuentro!
Mas por no saber de su intención,
da fe la tuya: el corazón.