Te ví llegar como todas las mañanas,
elegante y formal,apenas hablabas,
te saludé con mi mejor sonrisa,
me contestaste con prisa.
Te ví pasar entre toda esa gente
que te rodea siempre,
parece mi amor...que andas ausente...
esa mirada tuya parecía desearme,
me acerqué hasta tí sin poder tocarte,
¡cómo quisiera poder besarte...!
pero en tu vida soy tan solo
tu fiel amante.
Esperé el momento preciso
para poder abrazarte,
me hiciste un guiño
y a tu oficina pude colarme;
cerraste la puerta,
el silencio reía,
sabía muy bien lo que ahí sucedía.
Entre besos y abrazos al fin te tenía,
mi corazón entonces no comprendía,
era nuestro instánte de amor y de dicha,
aunque para mí era más que la vida misma.
Mis manos ansiosas
se metían en tu camisa,
sentía tu piel tibia...
¡cómo me estremecía...!
tus manos inquietas
que me conocían,
recorrían mil veces
mi piel encendida;
el sillón era testigo
de nuestros bellos momentos,
el teléfono sonaba,
nos comía la prisa.
Así nos amabamos,
una y cientos de veces,
en eso minutos,
parecía todo olvidarse.
Mi cuerpo desnudo
parecía complacerte,
mis labios sumisos
sabían recorrerte,
conocía tus sabores
y tus movimientos,
mi cuerpo danzaba,
encendía más tu fuego.
Llegado el momento
en que me penetrabas,
sentía en mis adentros
que se enamoraba mi alma,
gozabamos juntos,
conocía tus secretos,
tu olor y tus caricias en mí perduraban...
¡cómo quisiera gritar
que en mí descansabas...!
Terminado el momento
no me decías nada,
tu mirada sincera
siempre lo gritaba,
sentía en lo profundo
que también me amabas.
No sé cuándo ni cómo
terminará esto,
tan solo sé
que te llevo muy dentro.
YOLANDA BARRY.