Siento en mí corazón
un fuego que no se apaga,
y cada día que pasa
me devoran más y más sus llamas.
Siento dentro de mí,
la sonrisa de tu rostro,
la caricia de tus manos,
el calor de tu piel.
Eres tú,
que te habías metido en mi vida
sin pedir consentimiento,
sin dejarme una salida
¡de mi vida, te adueñaste!
Eres tú,
que en mi camino te cruzaste
a pesar, de mi cruel desconfianza
y mi amargo pesimismo,
tú hiciste, revivir a mi corazón dormido
haciéndolo, latir con fuerza.
Eres tú,
la razón de mi alegría
el fin, de mi indiferencia.
Eres tú,
por quien moría y por quien vivía
por quien siento lo que siento,
quien sembró en mi corazón, el amor
y después partió.
Eres tú,
el ladrón de mi tranquilidad
el salteador de mis sueños
el estafador de mi corazón
que me hunde
poco a poco en esta oscuridad.
Eres tú,
quien mis ojos, no ven más,
y esa piel, que mis manos, extrañan.
Eres tú,
a quien extraño, antes de extrañar.
NM de la Rosa
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