Te encontré en aquella barranca como agüita de roció dulce rodeada de girasoles y Crisanto adornando el camino, y cuando te vi me sentí atrapado entre tu soledad, a tu llegada percibí sombras y sábanas blancas, por que blanca es tu pureza que aturde mi inhóspita conciencia.
Socavando toda esperanza de verte ir ahora eres para mi como como para DIOS, la vida ya que has quitado las espinas que mancillaban mi frente.
Llegas cruzando los cielos para escuchar mi silencio y te pierdes por momentos donde puedo ser como el colibrí que rompe el viento con su aletear y chupa el néctar de las flores, robándole al dragón que cuida tu suerte todas sus fuerzas.
En ese viaje el que espero todas las mañanas eres así como el pasajero a su barco y dedicas la mirada a aquel mar azul de playas blancas puestas en el horizonte donde te alejas de la realidad con la suave sensación de escuchar la fuerte brisa que cubre el rostro apasionado.
Sietes la notas del músico al robar las melodías de la vieja guitarra y te olvidas de la verdad para sombrear sobre los hilos rubios de su imagen cautivadora al amor inesperado.
Luigy