Segunda y simultánea orden que recibo
apenas voy saliendo con negarme a mi mismo
que entre repaso y haciendo voy tratando de entender
pero me aclara el Maestro que no es por partes,
que todo es junto y a la vez.
Se da por hecho y sin duda que estoy negado completo
no queda espacio a la buena intención para luego
y así en medio de la lucha en semejante negación de fondo
se me ordena tomar “mi” cruz y que me la eche al hombro
\"Tome su cruz”, me dice, no dice tome la mía ni tampoco la de otro
y entretanto extiendo las manos, la abrazo y la acomodo en mi hombro
me pregunto ¿dónde estaba esta cruz?, ¿no la llevaba antes?
Me parece que esta cruz ya la traía conmigo, antes de seguir al Maestro
Estoy claro del punto que significa cargarla, y lo que obliga tenerla
ella es la prueba evidente de que soy un condenado,
que no tengo escapatoria, que voy camino a la muerte
que aunque te siga Jesús, no me eximes de este paso
Miro hacia los otros caminos donde van los que no te siguen
y sorprendido confirmo que igual que yo llevan su cruz al hombro
pero van tras una gran sombra, una terrible oscuridad
y ¿de qué sirve llevar una cruz en desobediencia y pecado,
tras una muerte segura, hacia un abismo sin fondo?
Por eso aunque se que mis días tengo contados
que seguirte no me libra de ese momento terrible
siento que es muy diferente caminar hacia el final
siguiendo al que murió pero que venció la muerte
pues tu has declarado que eres la luz del mundo
Mi muerte contigo es la muerte de la Muerte.
Esa es la diferencia que tienen esas dos cruces
Que en una el hombre obediente se niega
-es decir rompe con el pecado y busca la bondad-
y camina en pos del Maestro, Luz y Esperanza del Hombre.
La otra cruz es llevada por quienes le desconocen
dejan que el yo les gobierne y rija su reino de muerte
y como rechaza el llamado camina tinieblas adentro
no teme y parece que no le importa el fin que tiene marcado.
Lo dijo el Maestro al principio como punto clave de arranque
el que quiera venir en pos de mi, tres compromisos tiene adelante
negarse, tomar la cruz y seguirle,
sin ellos el “querer” es una palabra vacía.
Por eso tomo mi madero propio y camino en mi silencio
no me rebelo ni lamento por ella, ella me pertenece
es mi cruz, es mi sentencia, a mi hora final me acerco
pero voy siguiendo tus pasos, tu palabra y tu ley
convencido que tu me rescatarás de la muerte.