Regreso de otra batalla con la muerte,
y en lugar de encontrarla
solo me queda un trozo de pan enmohecido
sangrando por la herida del olvido.
Sé que la muerte jugó su parte en la culpa,
dándome una estocada
y rescatándome en la acera,
sacando mi nombre de la entraña de la tierra,
pero me ha dado el lento fallecer de no tenerla.
Me abandonó la muerte,
dejándole la puerta abierta a Natalia
para abarrotarme de nostalgias como polvo cósmico,
ella partió en busca de una flor menos extraña,
en busca de un hombre menos poeta y más cuerdo.
Gané en la escaramuza,
le devolví a la muerte el par de monedas
que ya me había colocado en la boca,
perdí en la vida,se fue la mujer que amo.