Caminan sin reposo en busca de alimentos,
en busca de paz, en busca de sosiego
para sus mentes y cuerpos.
Nunca hallarán consuelo,
pues por un trozo de pan,
por el camino
muchos dejarán sus cuerpos.
Madres desconsoladas,
porque a sus hijos atrás han de dejar,
pues para que unos se salven,
a otros, a la muerte han de entregar.
Mi mente no concibe
la consternación de una madre
que tenga que escoger
qué hijo se salve o ha de perecer.
Sus tragedias no interesan,
pues distraen nuestra atención
de los festejos y artificios
que al final nos producen desazón.
Nos quejamos de la crisis,
nos quejamos con razón
pero pronto nos olvidamos
de lo que vemos en nuestro alrededor,
pues si cultivásemos el buen juicio
obraríamos con razón.
Hablemos de crisis,
hablemos de hambre,
critiquemos la inmoralidad,
pero no olvidemos a estos seres
que amargamente se mueren
mientras despilfarramos sin sentido
los bienes que aún no hemos recogido.
Los campos entre maleza se mueren.
Los pueblos se pierden.
Las ciudades se ahogan.
Los males nos inundan,
y como solución ponemos
el vivir apilados
y que sean los impuestos,
de los que viven de un triste salario,
los que nos saquen del mal trago.
Los políticos no cesan de tirarse los trastos,
de pasearse por salones,
con banquetes y agasajos,
viajando con lujos en busca de soluciones,
que no llegarán porque todos quieren
las suyas implantar
y cuando llegan a un acuerdo
es para echarse a temblar
pues sus razones no son otras
que denigrar al trabajador.
Se gasta en juicios,
y al que delinque no castigan,
pues el dinero siempre se queda
en algún lugar soterrado.
Los banqueros no cesan de llorar
para que sus arcas
les volvamos a recargar,
y una vez conseguido
del pueblo se vuelven a olvidar.
Los potentes empresarios
se instalan en el Olimpo
mientras a sus obreros
les piden sacrificios.
Antes, teníamos “sin papeles”,
y ahora, también tenemos parados.
Cada día somos más sofisticados
poniendo nombres a los desamparados.
Aun no siendo esto lo peor,
se mantienen soldados
en guerras fratricidas
que en los pueblos hacen estragos.
No se salvan vidas vejadas
donde no hay tesoros ocultos,
donde el hombre no vale nada,
porque sus tierras no tienen buenos frutos,
y allí donde los hay se les tiraniza
para robar sus productos.
La paz se busca a tiros
pues las armas dan buenos beneficios.
Las vidas humanas no valen nada,
porque para salvarlas se necesita caudal
que no dará fruto a los afamados corruptos.
Mientras se despilfarra en yates y autos,
hoteles y palacios, joyas y ornamentos
que se lucen sin pudor,
de hambre se mueren los que forzadamente
a sus hijos dejan por el camino en manos de la parca,
buscando salvar a otros que a la muerte
también sucumbirán.
¡Viva el despilfarro!
¡Gastemos nuestro dinero en fiestas y petardos
En banquetes y grandes fastos
para que quede bien claro que de impudor
estamos muy sobrados!
Autora:eSCAPITINA_ Luisa Lestón Celorio
Registrado: Tomo- CON MI PLUMA EN RISTRER