Yo, que te di el amor a manos llenas,
estoy aquí como margarita deshojada,
llevando todo el peso de mis penas.
¡Pero tú no me dices nada!
Yo que fui afluente
de ese mar de tus delirios
y fui tulipán y fui amanecer
y fui luz en tus tinieblas.
Y fui faro, fui mar, fui guía
y aparté la niebla
que tu camino cubría…
Y fui cobijo en la noche fría
y te amé más de lo que yo podía.
Fui huracán en tu pasión dormida,
fui remanso curando tus heridas
y afloré muchas lágrimas furtivas
y soñé con ese vergel florido
cuando ni siquiera había amanecido.
Y te di mi mano para pasar el puente,
te presté mi hombro para derramar tu llanto
Y en tus horas de angustia, allí estuve presente.
Yo, la que te he querido tanto,
te pregunto…
¿Qué fue de aquel amor que un día me jurabas?
Todas tus promesas, lo que yo anhelaba
y los sueños que sembramos,
¿Acaso fueron vanos?
Todo ese sentimiento que salía del corazón,
¿Por qué fue muriendo sin razón?
¡Por qué en la penumbra
se quedaron tantas cosas!
¡Por qué ya no me alumbra
esa luna color rosa!
¡Por qué la felicidad se porta tan huraña!
¡Por qué este sufrimiento que mi vida daña!
¡Por qué ni siquiera un poquito me extrañas!
¡Por qué hoy ya no existe la ilusión!
¡Por qué anquilosada se quedó la pasión!
¿Què se hizo toda la inspiración
con la que nuestras almas vibraban?
y es que tú...tú nunca me diste el corazón.
Felina