Con una luna de agosto,
en un lunes caluroso
ella abrió sus lindos ojos
a este reino tan azul.
Creyó ser una princesa
que vivía en un palacio
con lacayos y doncellas
y sus vestidos de tul.
Luego al mirar en su entorno,
que sus padres no eran ricos,
y trabajaban muy duro
porque tuvieran salud,
alegría y bienestar
su heredera y sus hermanos,
todo cuento o fantasía
lo recogió en un baúl.
Avanzó siempre adelante
por cumplir sus ilusiones
y aunque encontró en su odisea
ciclones y algún alud,
siempre creyó en ella misma
y esforzándose y luchando
fue encontrando una vereda
que le orientaba a la luz.
Hoy a pesar del dolor,
de todos aquellos sueños
y deseos por cumplir,
siente amor y gratitud
Por todo lo que la vida
le ha enseñado y le ha entregado,
por los que la han empujado
a lograr su plenitud.