Cómo era yo de niño, niña,
¡aquella mi mente inquieta,
llena de imaginación,
de fantasías repleta,
encharcada de ilusión,
soñando con LA PESETA!
De ti tengo yo morriña,
la peseta ¡qué coqueta!
esa cosa tan chiquita,
tan dorada y redondita
entre los dedos, discreta,
en la mano tan bonita,
y en los bolsillos, inquieta,
de los pobres deseada,
por los ricos admirada,
para todos pizpireta.
La pela era otra acepción,
chucha, leandra o una cala,
fuiste objeto de pasión
que nada en la vida iguala.
A todos sin distinción,
nos llenaste de emoción,
fuiste de plata dos reales,
un duro, cinco cabales,
¡peseta tu si que vales,
te llevo en el corazón!.
Si tenías un millón
¡ojo! si era a tocateja,
por fin eras millonario
¡bendita situación
y bendito talonario!
¡qué divina la pendeja!.
Y un día sin ton ni son
-caiga un rayo y que te parta-
sin avisarte la parca
vino el euro y te mató.
Terrible situación,
aquí se acabó tu historia.
Ya estás sólo en la memoria
de los que como yo te amó.
¡Que dios te tenga en la gloria!