En un delicado pliegue te
encuentro, ¡qué sitio tan
extraño para descubrir las caricias!,
mi palabra no ve caer ninguna voz,
bordean el reflejo los espejos
y las horas que resbalan,
el tiempo, de haber sitio, sería
de tu nombre y de mi nombre,
mis manos sostienen esos mínimos
segundos que dura tu fragancia,
a modo de lluvia se deshila la
intimidad en las miradas,
la sencillez de un beso vuelve cristal al vino,
y los recuerdos caen al piso
cuando derivan los sueños,
mi corazón abierto no es corazón sin ti,
soy sólo un sendero que viaja hacia
adentro, en busca de vagos por qués
sin preguntas ni respuestas, una gota de ternura
que se desliza por los vidrios, y yo mirando,
si olvidarme del atardecer y abrazarme
a la rutina, si culpar al sol
por lo que no puede,
ser un naufragio del mar lleno de vida,
no quiero hacer lo mismo,
ni ser la necesidad de haber entendido
tantas y tantas cosas, quiero amar
como ama una rosa, resquebrajándose en la tormenta,
sin sentir si el cielo es una multitud viviente,
si la gente es una barandilla
incontrolable del pasado, si romperme en mil pedazos,
tan sólo encontrándome a mí mismo,
tal vez deba perder para emerger, como las
murallas que me rodean, ¿de qué sirven las penas que
a mi piel esclavizan?, ¿en qué cielos de silencios
encontraré la pureza?,
¡tanto viento pretendiendo lo poco que el viento trae!,
mis manos se confunden con las lágrimas,
desde ayer tengo la certeza de que sueño vivo,
todos los vuelos son míos en mi alma incomprendida.
Desconocida esta reflexión distante en el olvido,
y el amor, un lejano azul que me remeda,
una sombra que me enreda,
una verdad que a veces pierdo,
¡en un delicado pliegue te encuentro!,
¡a partir de este instante me impongo desobedecerte!,
mucho tiempo he rondado por la orilla de la orilla,
ahora se me antoja el agua, y verla caer de los cabellos.
En un delicado pliegue te
encuentro, ¡qué sitio tan
extraño para descubrir las caricias!
T de S
MRGC