SIGILO
Temblor de cuerpos,
dos labios de fresa cultivada
cobijan como celosas redes
el capullo en el cerezo.
Placer lento en las palmas,
en la hoja dulce del pimiento.
Retomo el abismo de tu boca,
me fundo
en la humedad de tu lengua,
y entiendo porque dios
no lo halla en pecado,
y Satán sin poder
me mira envidiado.
Voy habitando
de ecos y gemidos tu cuello
que es mi garganta de boca.
Mientras el vértigo
de los truenos
calla el mínimo sonido
te copulo con mirar sombrío.
Te nutro de aliento agitado
mientras tibiamente reposas en sigilo.
2- EL NERVIO HUMANO
Dichoso de envida el hierro
sin nervio sensitivo,
la roca y su mineral anestesiado,
dueña de la dureza
sin párpados para el llanto/
¿Quién le ha preguntado al corazón por su dolor?
¿Que sabe el yunque del dolor de la carne.
Ni la sombra del espanto del alma magullada?
El nervio oculta su negro abismo
de serrucho tras el humo del camino,
mientras la vida sigue su paso fúnebre
se va suicidando a la tumba del ladrillo
ignorando las agujas del sendero.
De los rojos brezos transformados
a los olores ciegos del asaro,
como dos columnas de coléricas flores/
Sus pies arrastran la helada valija
del equipado sepulcro y
no basta el rumbo cierto del orden
en la catástrofe sensitiva/
como persistente sádico
baja su martillo al nervio dolorido
y se pronuncia con voz fatal
en el clamor ajeno,
bajo gélidas sabanas.
Aun en cicatrices hurañas.
Brazos fortalecidos muerde,
arrojando yunques sobre hombros
de cúpula roída.
Tiene sordos oídos sin conexiones,
en los campos del anticipado luto,
el nervio es amo absoluto.
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