Las voces campesinas de tu tierra
llenaron tu alma desde pequeño.
Los olivares, los verdes valles,
la magia de las historias contadas
por los ancianos y tus sabios paisanos.
Una iguana mágica te seguía los pasos
tus manos volaban persiguiendo el ritmo
mente de piano, cuerpo de lira, poeta.
Tu voz que no teme pero lleva peligro,
tus penas de sentir los muertos en la noche,
tu verde que lo quieres verde, tu noche negra.
Y te vas como se van los ángeles heridos
después de visitar al animal humano.
Federico, fe de erratas, fe en el hombre
nos dejas tus huesos de luz y escarnio.