Calla voz,
ciega tus sonidos,
cohíbe la armonía,
tu armonía placentera.
Algún día regresará
ese tu dulce timbre regocijante;
pero ahora el silencio prevalecerá.
El dulce sonido de la nada
reinará ante ti.
Inquietada por emerger de sus sombríos escondites,
en el momento del nuevo renacer,
la voz soltará toda esa energía acumulada.
La explosión perturbará
a la gran nada.
El silencio entonces perecerá y conocerá
los calabozos del olvido donde la voz estuvo
y en los cuales en algún tiempo
compartirán por el resto de la eternidad.